Me enamoré. No sólo se enamoró quien aparentaba unos años
menos, se enamoraron también mi ángel y mi alma… que hoy me preguntan por ti.
Si esos secretos te sonaron a un juego de niños, la
revelación no lo era, sino un hombre entregándose. Entregué mis vergüenzas, mis
secretos y engaños. No pude soportar el amarte y tocarnos las almas y que me amaras
como a un extraño.
Mis manos y mis labios aún te sueñan, y mis susurr os ya no te dicen, con la mirada honda que viste
en mis ojos, que la belleza que vi en ti, nadie más podrá verla como yo; ni la
podré olvidar.
Esperé, por si esta tristeza aliviaba, y no quiso
aliviar.
Entre ese adiós y este silencio cabe todo mi dolor y el no
saber donde estará hoy tu cielo, o si mañana tus pies y tu bici pisarán otras
huellas.
Tan grande fue el momento al estar juntos que me perdí en él;
abarcó más que nosotros con nuestros años, los sueños y las entregas… todo lo
abarcaba, y éramos nosotros abarcando el momento.
Cuando tengamos 13 años más y muchos, muchísimos sueños
menos, y sigas teniendo 13 años menos que yo... y 13 desengaños más, estas verdades o
aquellas revelaciones no empequeñecerán los momentos que guardo.
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