martes, 10 de septiembre de 2013

Extrañándote (y 2)

Me enamoré. No sólo se enamoró quien aparentaba unos años menos, se enamoraron también mi ángel y mi alma… que hoy me preguntan por ti.
Si esos secretos te sonaron a un juego de niños, la revelación no lo era, sino un hombre entregándose. Entregué mis vergüenzas, mis secretos y engaños. No pude soportar el amarte y tocarnos las almas y que me amaras como a un extraño.
Mis manos y mis labios aún te sueñan, y mis susurros ya no te dicen, con la mirada honda que viste en mis ojos, que la belleza que vi en ti, nadie más podrá verla como yo; ni la podré olvidar.
Esperé, por si esta tristeza aliviaba, y no quiso aliviar.
Entre ese adiós y este silencio cabe todo mi dolor y el no saber donde estará hoy tu cielo, o si mañana tus pies y tu bici pisarán otras huellas.
Tan grande fue el momento al estar juntos que me perdí en él; abarcó más que nosotros con nuestros años, los sueños y las entregas… todo lo abarcaba, y éramos nosotros abarcando el momento.
Cuando tengamos 13 años más y muchos, muchísimos sueños menos, y sigas teniendo 13 años menos que yo... y 13 desengaños más, estas verdades o aquellas revelaciones no empequeñecerán los momentos que guardo.

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